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Movimientos sociales en México: raíces locales, luchas globales

La serie invita a los principales científicos sociales a compartir los resultados de sus investigaciones y sus perspectivas sobre las luchas sociales contemporáneas. English

Sergio Tamayo Geoffrey Pleyers
9 diciembre 2016
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Esta serie de openMovements arroja luz sobre la serie de luchas, arraigadas en las comunidades locales y la vida cotidiana, que se oponen a la violencia y nunca llegan a motivar titulares.

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La policia reprime una manifestación por los 43 estudiantes mexicanos desaparecidos. Débora Poo Soto/Demotix. Todos los derechos reservados.

Joseph Stiglitz considera que México es el caso perfecto para estudiar el impacto de los acuerdos de libre comercio y la economía neoliberal en un país en vías de desarrollo [1]. También es, claramente, uno de los países más reveladores en cuanto a movimientos sociales —y no se trata de dos aspectos desvinculados.

El historiador Eric Hobsbawm consideraba la Revolución Mexicana (iniciada en 1910) «la primera revolución del siglo XX» [2]. Uno de sus principales legados, la Constitución de 1917, sigue siendo una de las constituciones más progresistas del mundo. En cuanto a los movimientos sociales, el siglo XXI comienza también en México. El levantamiento de las comunidades indígenas en Chiapas el 1 de enero de 1994 abrió un nuevo ciclo de protestas globales y se convirtió en inspiración para los movimientos sociales en todo el mundo.

Un contexto dramático

Hoy en día, los movimientos progresistas enfrentan tiempos difíciles en México. El país está inmerso en la violencia de masas, cárteles de la droga, ejecuciones extrajudiciales por parte del ejército y una situación de impunidad general. En los últimos 10 años, más de 150.000 personas han sido asesinadas por los cárteles de la droga y los militares y el gobierno lleva registrados más de 26.000 casos de desaparición forzada [3]. En este contexto, tanto el activismo como el periodismo independiente se han convertido en una "actividad de alto riesgo".

Como muestran los autores de esta serie, maestros, padres que buscan los cuerpos de sus hijos desaparecidos, comunidades indígenas y campesinos viven bajo una amenaza constante. 26 periodistas han sido asesinados en los últimos cuatro años. La desaparición forzada de 43 estudiantes de la Escuela Rural de Maestros de Ayotzinapa y el asesinato de tres de ellos el 26 de septiembre de 2014, junto con el asesinato de otros dos estudiantes de esa misma escuela el 4 de octubre de 2016, está lejos de ser un caso aislado. Como en tantos casos similares, estas desapariciones y asesinatos siguen sin resolverse.

Este contexto dramático confirió una especial relevancia al primer Congreso Nacional de Estudios de los Movimientos Sociales, que reunió a más de 800 participantes en la Ciudad de México del 17 al 21 de octubre de 2016, siguiendo una iniciativa del ISA47 (Comité de Investigación sobre Clases Sociales y Movimientos Sociales 47 de la Asociación Sociológica Internacional) y la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). Los 600 trabajos presentados a lo largo de estos cinco días ofrecieron un panorama no sólo de la represión, sino también de la creatividad y las fortalezas de los movimientos en distintas partes del país, tanto en las ciudades como en las comunidades rurales.

Panorama de resistencia

La resistencia y la construcción de alternativas concretas al modelo dominante van mucho más allá de los pocos movimientos mexicanos que salen en los titulares de los medios internacionales. Esta serie revela una cadena de luchas, arraigadas en las comunidades locales y en la vida cotidiana, que se oponen a la violencia y al neoliberalismo y desarrollan prácticas alternativas concretas.

Se inscribe en el compromiso de openMovements de ofrecer “perspectivas críticas y empíricas sobre los movimientos sociales y las transformaciones culturales que no aparecen en los titulares de los medios de comunicación, sino que contribuyen discretamente a transformar la vida cotidiana y a construir un mundo mejor”.

La situación de violencia de masas está profundamente relacionada con otros aspectos de la crisis multidimensional que afecta a México. Entre ellos, una crisis económica (reducción del crecimiento económico, aumento de la pobreza) y una profunda crisis de democracia, con altos niveles de corrupción, un conflicto entre las élites políticas, económicas y mediáticas y una desconfianza generalizada en las instituciones y actores de la democracia formal. El panorama de la democracia y los movimientos sociales a principios del siglo XXI que hace René Torres muestra la poca o ninguna esperanza que queda hoy en la "transición formal a la democracia" del año 2000. Su análisis sugiere que el caso de México nos obliga a cuestionar la naturaleza misma de la democracia, de un modo que va mucho más allá de ese país.

Varios textos de esta serie atestiguan que en México, como en otros lugares, la resistencia a menudo encuentra sus raíces a escala local: en comunidades, en redes de vecindad o de afinidad. Desde 2011, la comunidad rural indígena de Cherán se ha convertido en uno de los símbolos más descollantes de la posibilidad de resistir a la violencia de los cárteles de la droga y a la deforestación del territorio a través de la reconstrucción de una organización comunitaria autónoma. Como demuestran Alejandra González and Víctor Zertuche, el movimiento construye su éxito sobre la unidad de la comunidad, la solidaridad local y estrategias basadas en la movilización legal.

Actualmente, hay más de 420 conflictos ambientales en curso en el país. Las comunidades defienden sus medios de subsistencia y su territorio contra proyectos de infraestructura (presas, aeropuertos, carreteras...) e industrias extractivistas (minas, petróleo...). Al analizar cómo las comunidades locales se organizan para resistir a las corporaciones globales en cuatro conflictos ambientales, Alice Poma and Tomaso Gravante revelan cómo la autonomía local y la auto-organización son el resultado de pasadas experiencias y culturas. También configuran un proceso que permite a los actores manejar sus emociones y sustituir el miedo y la desesperación por esperanza y solidaridad.

La educación es otro gran campo de batalla en el que el modelo neoliberal promovido por el Estado se enfrenta a una serie de alternativas locales. Guadalupe Olivier and Sergio Tamayo muestran cómo surgen proyectos educativos innovadores en las oleadas de movimientos sociales en distintas partes del país. Y demuestran que diferentes escuelas y diferentes proyectos educativos son posibles cuando están arraigados en las luchas sociales, incluso en un contexto de violencia y desigualdades crecientes. Los valores de solidaridad comunitaria y local y las pedagogías orientadas hacia la emancipación individual y colectiva se han convertido en raíces de alternativas emancipadoras.

[1] Stiglitz Joseph and Charlton Andrew (2006) Fair trade for all, Oxford: Oxford University Press, p. 22.

[2] Hobsbawm Eric (1994) The age of extremes, London: Vintage.

[3] Las ONGs de derechos humanos barajan cifras mucho más altas. 

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